Padre fumador sinónimo de hijo enfermo

Alerta. El humo del tabaco al que están expuestos los niños, es un desencadenante de las crisis asmáticas ampliamente aceptado.

Si evitar un cáncer o una enfermedad crónica pulmonar, no son suficientes motivos para dejar de fumar, tal vez pensar en la salud del pequeño que vive junto a usted, le ayude a dejar el vicio. Según la pediatra neumóloga, Rosario Pinto Vargas, de la Caja Petrolera de Salud, las consecuencias de que el bebé o el niño sea fumador pasivo no son pocas. Diversos estudios han demostrado que el humo de segunda mano puede ser más peligroso, debido a que no pasa por filtros, como el que es aspirado directamente.

Asma bronquial. Definitivamente, los padres fumadores no contribuyen a que sus hijos puedan controlar adecuadamente diversas alergias. El pediatra alergólogo Francisco Leal Quevedo, en la web paraelbebe.net, asegura que los niños nacen con los pulmones en “obra negra” y la labor de los padres es fundamental para la culminación de su “construcción”. Por eso, exponer al niño a este humo dañino "tiene mayor incidencia en el desarrollo de asma en el pequeño, debido a que las vías respiratorias, en la gestación, se formaron mucho más pequeñas de lo normal", indicó.

Resfriado continuo. Asimismo, por el efecto del humo del cigarro, se produce una alteración del epitelio de la mucosa, entonces se tiene una mayor predisposición a tener resfrío de repetición, eso se ve mucho porque están resfriados constantemente, indicó Pinto.

Malestares. Los efectos de ser fumador pasivo son tos, dolor de cabeza y ojos irritados. Pero las consecuencias son más graves cuando se tiene contacto con el cigarrillo en la casa en la que se habita. Ese humo contiene cuatro mil químicos, de los cuales 200 son venenosos y 63 causan cáncer. Sin embargo, Pinto explica que en los niños no es frecuente que derive en un cáncer. El hecho de ser fumador pasivo puede dañar los pulmones provocando, a la larga, problemas respiratorios o empeorando los problemas respiratorios prexistentes. Por otra parte, el olor del cigarrillo permanece en la ropa, el pelo, las manos y la boca. Entonces, antes de acercarse a un niño, especialmente si padece alguna alergia, debe cambiarse la ropa, lavarse la boca y las manos. De lo contrario, "le irrita las vías respiratorias altas y genera más síntomas. Por eso se ve el niño con rinitis alérgica que no mejora", dice la experta.

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