Rebeldes libios 'ajustan cuentas' con todo aquel que fue leal a Gadafi

El miedo, el terror ante las brigadas rebeldes que desde la proclamaciĆ³n de la victoria se han convertido en las dueƱas de Libia se ha apoderado de miles de civiles. Lugares como Sirte, Bani Walid o Zlintan, Ćŗltimos bastiones gadafistas son ahora ciudades fantasmas, con barrios enteros reducidos a escombros y sometidas al saqueo de sus libertadores con total impunidad.

Sus habitantes no piensan volver hasta que las autoridades garanticen su seguridad y por ellos los principales lĆ­deres tribales ya han puesto en marcha la formaciĆ³n de una brigada especial compuesta por gente originaria de los lugares afectados que sea capaz de garantizar el retorno de los civiles, frenar el saqueo sistemĆ”tico y los robos de vehĆ­culos a los vecinos que acuden a ver sus propiedades.

Salem Alwar serĆ” el encargado de la formaciĆ³n de este grupo, una persona respetada por el Consejo Nacional Transitorio (CNT) y las tribus afectadas debido a su pasado marcado por la oposiciĆ³n al rĆ©gimen.

Cerca de 84 familias que huyeron de los combates en Bani Walid, 150 kilĆ³metros al sur de TrĆ­poli, viven desde hace un mes en las casas prefabricadas que hasta el estallido de la revoluciĆ³n ocupaban trabajadores de una compaƱƭa de construcciĆ³n brasileƱa en Sidi Salim, a las afueras de TrĆ­poli. Tienen tanto miedo como ganas de hablar con un extranjero y contarle su versiĆ³n de los hechos.

Es uno de los muchos campos de desplazados que se han tenido que improvisar para dar cobijo a las familias que vivĆ­an en las zonas liberadas por la fuerza de los rebeldes y la OTAN tras la caĆ­da de TrĆ­poli. Viven gracias a las ayudas del ayuntamiento de la capital y de organizaciones de caridad y no tienen fecha de regreso a sus casas.

«AquĆ­ no se celebrĆ³ la muerte de Gadafi, ni el "DĆ­a de la Victoria", ¿quĆ© libertad es esta que nos obliga a vivir encerrados y sin poder volver a nuestras casas?», se pregunta Yumaa Farash, que asegura que huyĆ³ de su casa nada mĆ”s empezar los combates. DespuĆ©s de la conquista de la capital las fuerzas gadafistas se dividieron entre Sirte y Bani Walid y con su llegada comenzĆ³ el calvario de unos habitantes que ahora se concentran en Abu Hadi, 50 kilĆ³metros al este de Sirte, y TrĆ­poli respectivamente.

Guerra civil

La revoluciĆ³n libia ha sido para ellos «una guerra civil en toda regla» en la que ciudades como Misrata, Zawiya o Bengasi, de donde han salido el grueso de brigadas rebeldes, han intentado ajustar sus cuentas personales con aquellas zonas que durante las Ćŗltimas cuatro dĆ©cadas han sido mĆ”s prĆ³ximas al rĆ©gimen. La gente de confianza del dictador era en su mayorĆ­a de Sirte, lugar de origen de la tribu Gadafa, y Bani Walid, de la Warfala, la mĆ”s numerosa del paĆ­s, y para el resto de libios eran los Ćŗnicos con acceso a los beneficios de las riquezas del paĆ­s.

«Este concepto es falso, porque fuimos nosotros quienes nos levantamos en el 93 contra Gadafi y te aseguro que si esta vez nos hubiĆ©ramos unido en torno a su persona, no hubiera caĆ­do de esta forma, somos muchos y poderosos», defiende Abdala Kanshil, empresario de la tribu Warfala que ha acogido a once familias en sus propiedades de TrĆ­poli.

Kanshil explica que «nos sentimos vĆ­ctimas de la revoluciĆ³n. Un nuevo paĆ­s debe construirse sobre la base de las leyes y los derechos de todos los ciudadanos, pero las brigadas revolucionarias han impuesto la ley de la selva, no hay mĆ”s que ver cĆ³mo han ejecutado a Gadafi para saber que quizĆ”s el cambio no es tan bueno como Occidente esperaba».

Este mismo llamamiento hizo ayer Naciones Unidas al CNT a quien le recordĆ³ que debe construir «un Estado nuevo asentado fuertemente en el respeto a los derechos humanos» para intentar colmar «las aspiraciones de los libios que han luchado durante 42 aƱos contra la injusticia y la represiĆ³n»,

Las nuevas autoridades se muestran impotentes ante el poder adquirido por las diferentes brigadas que operan a lo largo del paĆ­s y les ha pedido que entreguen sus armas antes del sĆ”bado. A pocos kilĆ³metros de Sidi Salim, otras cuarenta familias de la tribu Warfala ocupan los barracones que pertenecĆ­an a la temida Brigada Jamis, uno de los hijos de Gadafi. Abdala, de 31 aƱos, resistiĆ³ en Bani Walid hasta la llegada de las tropas rebeldes y asegura que «la ciudad estaba dividida al 50 por ciento entre partidarios y enemigos del rĆ©gimen.

Muchos civiles se quedaron a luchar, pero mĆ”s que defender a Gadafi pretendĆ­an defender sus propiedades porque sabĆ­an lo que iba a ocurrir. A ellos la OTAN no les protegiĆ³, a ellos les bombardeĆ³ como si fueran parte de los milicianos fieles a Muamar».

El Deber

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