Su origen es diverso: quemaduras, cortes o heridas, acné u otras enfermedades, y tampoco su aspecto es igual en todos los casos. Pueden presentar una hiperpigmentación o, por el contrario, una evidente decoloración de la piel, y también son frecuentes aquellas de aspecto rugoso (queloides). En ocasiones, pasan casi desapercibidas o no se les da mayor importancia, pero muchas personas ven muy poco estética esa cicatriz y buscan remedios efectivos para que la piel dañada recupere su aspecto original.
Otra opción consiste en cortar una hoja de esta planta (no se preocupes, le crecerá otra al poco tiempo) y directamente extraer su néctar para utilizarlo como un gel perfecto para masajear unos minutos al día la cicatriz. También puede mezclarlo con el zumo de medio limón para ayudar a blanquear la zona.
Hierva dos cucharadas de flores secas de manzanilla en un litro de agua. Una vez fría, aplíquese compresas durante 20 minutos (al menos dos veces al día).
Hierva una cucharada de flores de manzanilla y una de hojas de tomillo. Deje enfriar y utilice igual que en el caso anterior. Otra posibilidad es elaborar una sencilla crema haciendo que las dos plantas, ingredientes principales, se diluyan en ¼ de vaselina líquida (o aceite de oliva). Cole la mezcla y déjela enfriar. Guárdela en un bote y tendrá su crema lista para utilizar al menos una vez al día. Otra posibilidad es recurrir a alguna de las cremas específicas (siempre de venta en farmacia) que, con un poco de constancia, también proporcionan excelentes resultados a la hora de eliminar las capas más superficiales de la epidermis.
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