Más que un símbolo de paz: la amenaza de las palomas

Plazas, iglesias y basurales son el cobijo de estas aves, que aparentemente son inofensivas, pero que pueden ocasionar varias enfermedades. Se calcula que en La Paz hay unos 50.000 ejemplares.

Sosteniendo granos de maíz en sus manos, Daniel Ochoa, de cinco años, intenta que una de las palomas de la plaza Murillo se le acerque para alimentarla. El pequeño, en su inocencia, no sabe que estas aves son causantes de varias enfermedades.

Escenas como ésta se repiten a diario en parques y plazas de La Paz. La mayoría de la población desconoce el peligro que conlleva la Columba livia, o paloma doméstica. Y un sondeo realizado en la plaza del kilómetro 0 confirmó esta situación: sólo cinco de 25 personas afirmaron que tienen conocimiento de esta situación.

Según el responsable de control de vectores del Centro Municipal de Zoonosis (CEMZOO), Juan Carlos Chipana, alrededor de 50.000 palomas merodean por la ciudad, aunque ésta es una cifra estimada, pues no se realizó un censo de esta población volátil.

De acuerdo con la OMS, hay más de 40 enfermedades zoonóticas (infecciones de animales que se transmiten a los seres humanos) relacionadas con las aves, incluida la paloma. Entre ellas, las más conocidas son la escherichia coli, salmonelosis y la histoplasmosis pulmonar.

Estas infecciones se transmiten por vía oral y fecal debido a que el plumaje y el excremento de las palomas son reservorios de agentes patógenos (hongos, bacterias y parásitos), que pueden ocasionar enfermedades pulmonares, gastrointestinales y alergias.

Por otra parte, su plumaje alberga garrapatas, piojos, pulgas y otras tantas clases de ectoparásitos que se puede transmitir a mascotas y a seres humanos.

Según el neumólogo del Instituto Nacional del Tórax, José Urizacari, la inhalación de partículas que contienen las heces de las palomas provoca la neumonitis intersticial intrínseca o la histoplasmosis pulmonar. Ambas enfermedades afectan las vías respiratorias. “Llegan a convertirse en una neumonía aparatosa con cuadros de tos persistente y dolor torácico”, advierte el especialista.

Estos males se adquieren en sitios donde hay mucha presencia de palomas. “Al levantar vuelo pueden levantar las heces del piso y la persona inhalar un polvo microscópico que entra directamente a los pulmones”, señala.

En el caso de la histoplasmosis, ésta puede volverse crónica y dispersarse a otros órganos del cuerpo a través de la sangre e incluso puede llegar a ser mortal.

Enfermedades diarreicas

La salmonelosis y la escherichia coli provocan enfermedades diarreicas que pueden ser transmitidas por la ingestión de alimentos contaminados con materia fecal de palomas.

La escherichia coli, a través de la bacteria colibacilosis, se adhiere a los intestinos grueso y delgado produciendo síntomas como fiebre, disentería, shock y pequeñas hemorragias en la piel y las mucosas.

Este riesgo es cotidiano, pues basta observar con cuidado en plazas y parques donde la gente consume alimentos.

Aunque el año pasado, en el Hospital del Tórax, se trató a un paciente con neumonitis intersticial intrínseca, el doctor Urizacari admite que los casos son escasos, “posiblemente porque los pacientes se quedan sin diagnóstico, ya que no acuden al hospital o piensan que lo que les produce tos es otra enfermedad”, resalta.

El galeno puntualiza que las enfermedades se relacionan con la actividad del individuo, la convivencia con los animales y la salud de las personas.

La preocupación por la sobrepoblación de las palomas, en personal sanitario y funcionarios ediles se entiende al ver las grandes bandadas de palomas en busca de comida y desechos en calles y basurales de la ciudad.

Los “espacios críticos” e infestados de estas aves son la plaza Murillo, San Francisco, la Subalcaldía de Cotahuma, el Hospital Obrero, el Cementerio General y la zona el Tejar, entre otros.

Las palomas pueden duplicar su población cada año si tienen alimento y espacio suficiente y se han convertido en un problema sanitario, por lo que las autoridades recomiendan evitar el contacto directo.

No obstante, aún falta mucha información. Por eso, cuando se le preguntó a la mamá de Daniel, Vilma Cáceres (33 años), si estaba enterada de las afecciones que producen las palomas, su respuesta fue negativa. “No, no sé qué daño pueden ocasionar estos animales” dijo, y agregó que “por el contrario estas aves no son violentas y permiten que uno las alimente”.

Fuente Página Siete

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