No me jodas, no te jodo de El Alto pretende conquistar al lector cruceño

Con su vida gestada en El Alto, Alexis Argüello Sandóval se esfuerza porque la dinámica citadina sea digerible con mayor justicia de lo que ha sido en 33 años de fundación.

El editor de Sobras Selectas, conocido como un librero famoso en su tierra, anoche presentó en la Feria Internacional del Libro de Santa Cruz (FIL) la compilación de título desconcertante, No me jodas, no te jodo. Crónicas escritas por y para El Alto, con el aporte de 17 personas que tratan de mostrar las facetas menos difundidas de El Alto.

Nacido en el seno de una familia de comerciantes de libros usados y pirateados, que no se molesta en reconocer, dice que la experiencia le sirvió para construir su propia visión de una editorial, así como asume que la obra tiene un matiz político.

¿Qué opinás de la piratería desde tu experiencia?

Es un tema con el que nunca he tenido problemas, hablábamos de eso con Rodrigo Urquiola y él agradece porque al venir de una clase baja, los libros estaban en los escaparates y parecían inaccesibles y él adquiría algunos a un precio mucho menor si eran usados y terminaba accediendo a autores a los que no podía si no existiera la piratería. Como en todo, hay que llegar a tener cierto tipo de visión de construcción de la identidad de una editorial, quizás hable así ahora y mi discurso cambie cuando me pirateen una obra, pero sí permite el acceso, lo único que me parece triste es la calidad de la piratería. Generalmente son libros descargados de internet, a diferencia de países en los que se hace difícil identificar cuál es el libro legal y cuál no.

¿Reconocés la necesidad de su coexistencia?

Sí, el tema es que en la literatura y en todo lo que tiene que ver con consumo de productos culturales lo que se piratea es lo que tiene una cantidad de demanda, lo hegemónico, en cambio la propuesta viene de los sellos pequeños, no sé si independientes, pero en el sentido de alternativas.

¿La piratería germinó a tu lector interno?

No me interesa la pose de cómo vas a leer a Coelho o Cuauhtémoc, que lea quien quiera; comienzas leyendo eso y terminas leyendo a otros. Los buenos recomiendan a otros autores. Comencé a leer esos piratas, pero di el salto. Esa ramificación me parece fascinante.

¿Falta reconocimiento a El Alto?

He visto crecer mi barrio a base de precariedades, al trabajo comunal, a sistemas de organización que permiten pluralidad de voces que hacen mucho ruido y cohesión. Hay una frase que se maneja: “A El Alto no se le ha dado nada, siempre ha exigido y arrebatado sus derechos”.

Antes El Alto era una ciudad dormitorio, ahora encuentras mucha gente de La Paz trabajando. Con esto hay un constante intercambio; el alteño nunca habló del paceño de forma despectiva, sino al revés. Ese hablar de cosas que se ignora impone un imaginario respecto a la ciudad y lo que se necesita es establecer ese imaginario desde El Alto.

No me jodas, no te jodo suena a advertencia...

Siempre apunto a que tiene que condensar una intención y ser llamativo. El título y la portada son la primera invitación. En El Alto es algo así como: “Déjame vivir y te dejo trabajar”, se usa entre los mismos alteños.

¿Tiene contexto político?

El título no, el libro sí. La Paz y El Alto son como hermanos que no se conocen. El arte en determinados momentos genera elementos constitutivos.

Hay percepción de peso político de El Alto...

Me jode cómo ven El Alto, que seamos la carta final para que algo ocurra, me jode porque los intereses políticos lo único que quieren es utilizarnos. En El Alto al Estado no se le tiene consideración, desde temas como vender en la calle, en la acera y que haya caos de transporte, hasta el registro de propiedades. Hay muchas cosas que se basan en esa creencia, por eso la informalidad, el Estado no me ha dado nada, me ignora.

Un dirigente dijo que El Alto tumba presidentes...

Lo que hizo El Alto fue tumbar a Sánchez de Lozada. Evo Morales ha levantado muchas veces el nombre de El Alto en vano, los teleféricos son de agradecerse, pero el presidente cree que El Alto está con él o es lo que discursivamente dice, y más allá de eso llega un momento en que se hace visible que no es así. Volvemos al título, No me jodas, no te jodo. El Alto sigue siendo ciudad joven, por eso se le teme, sin los jóvenes no existen las transformaciones.

La presentación del libro coincide con el problema de la UPEA...

No lo había pensado así. No sé cuánto incida, pero no era premeditado, yo quería presentar en Santa Cruz, es un mercado al que quiero llegar, incluso quería presentar el libro en el Plan 3.000, en San Isidro, pero no fue posible. Están pasando cosas con el Plan 3.000, con poblaciones migrantes a las que han terminado relegando, en una especie de desamparo y, sin embargo, hay jóvenes que a pesar de la precariedad no se interesan por delinquir.

Algunos no alteños son autores de tus crónicas...

Me hubiera encantado que todos sean alteños, pero este texto no puede solamente basarse en criterios políticos, la estética me importa bastante y debe haber un trabajo detrás. No es solo invitar a escritores alteños, porque no los hay; están apareciendo.

Alguien me decía ‘tus publicaciones son tus limitaciones y no hay que estar tan orgulloso de ellas’, pero basado en ellas he llegado a trabajar este libro.

El Deber

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