Consumo: La compra de cerveza influye en el pago del alquiler de uno de estos locales especiales para personas dolientes.
Son las 17.15 en el Cementerio General. Al costado izquierdo de la entrada de la iglesia, dos familias de dolientes han coincidido. Una tiene listo un bus para llevar a sus invitados a su domicilio para mitigar el dolor, mientras que la otra usará improvisadamente uno de los locales conocidos como “quitapenas”, que se encuentran alrededor del camposanto. Se trata de un negocio en crecimiento, ya que los entierros pueden llegar a 15 por día.
Se trata de locales donde no se pone ningún tipo de música. Sólo hay sillas y mesas para los acompañantes del cortejo fúnebre. Se venden cajas de cerveza entre 90 y 95 bolivianos. Para atraer a los clientes, algunos hacen ofertas, se promocionan con grandes carteles en muros o regalan volantes a los dolientes en el mismo cementerio.
Uno de los locales más conocidos es el Pena Penita. Sin embargo, en un recorrido por la zona, se ve que tres de estos salones no tienen nombre. Se los puede identificar sólo por carteles que dicen: “Se atienden dolientes”. La Prensa visitó el primero, al lado de la empresa de transporte Manco Kápac, y consultó sobre los costos o alquiler del espacio. La encargada dijo que sólo se paga por el consumo de cerveza y que no se ofrecen otras bebidas.
“Tendría que volver mañana
—agregó— para averiguar si está libre porque se anotan. Hay mucha demanda. La caja de cerveza está a 90 bolivianos”.
El segundo local, sin nombre, está detrás del Cementerio. Se promociona con un gran cartel justo al frente de la salida del camposanto.
El encargado explicó que si las personas consumen más de 10 cajas de cerveza, cada una a 95 bolivianos, el local no cobra por el alquiler. Pero si el consumo es menor, entonces cobra 200 bolivianos por el uso de sus ambientes, con capacidad para 150 personas.
“Tendría que confirmar si tengo espacio para mañana —explicó el encargado—, casi siempre está ocupado”.
Otro “quitapenas” se encuentra detrás del mercado de flores, un poco más abajo de donde se venden helados de canela. Los vecinos informaron que el sitio a veces atiende por la mañana.
Los dolientes suelen quedarse en grupos de entre 20 y 50 personas, pero hay casos en que sobrepasan las 100, por lo que la capacidad suele ser importante.
Pero no toda la gente reserva un sitio, por lo que la demanda de estos servicios después del cortejo fúnebre es masiva, en especial por parte de grupos reducidos.
Este servicio no sólo es ofrecido por este tipo de locales, sino que existen los que se promocionan mediante volantes en las afueras del panteón cuando termina un entierro, como el local Pena Penita. La información del pequeño papel da cuenta de que se atiende a dolientes y que sólo se les cobra el consumo.
“Hay varios por este sector que ofrecer sus servicios con volantitos en la puerta”, señala el gerente general del Cementerio General, Víctor Hugo Criales.
Este medio también observó que algunos bares y pensiones del sector hacen de “quitapenas”, cuando lo requieren los familiares. El negocio está en la venta de bebidas alcohólicas.
15 entierros
El Cementerio General atiende alrededor de 15 entierros por día, cifra que a veces puede sobrepasar la veintena, informó a La Prensa el Gerente General del camposanto, Víctor Hugo Criales.
“Ésta es una cifra que por lo general se registra a diario. Hay algunos servicios que se dan por las mañanas, pero una gran mayoría entierra a sus seres queridos por la tarde”.
En torno a los entierros, se ofrecen varios servicios. Allí se encuentran albañiles, vendedoras de flores, aguateros, cantores, oradores (personas que rezan), fabricantes de lápidas, de esquelas y de miniaturas, además de locales “quitapenas”.
Para destacar
Cuando termina el entierro, es costumbre que familiares y amigos cercanos continúen el velorio sin el cuerpo.
Este acto, en la mayoría de los casos, es acompañado por el consumo de bebidas alcohólicas en el domicilio del fallecido.
Sin embargo, para quienes no previeron este aspecto, existen locales o pensiones conocidos como “quitapenas”.
En estos lugares se paga principalmente por el consumo de cerveza. El precio de la caja está entre 90 y 95 bolivianos.
El local es un ambiente como cualquier otro, sólo que allí normalmente no ponen ningún tipo de música, por el luto.
Al día se registran alrededor de 15 entierros, según datos de la administración del Cementerio General.
Son las 17.15 en el Cementerio General. Al costado izquierdo de la entrada de la iglesia, dos familias de dolientes han coincidido. Una tiene listo un bus para llevar a sus invitados a su domicilio para mitigar el dolor, mientras que la otra usará improvisadamente uno de los locales conocidos como “quitapenas”, que se encuentran alrededor del camposanto. Se trata de un negocio en crecimiento, ya que los entierros pueden llegar a 15 por día.
Se trata de locales donde no se pone ningún tipo de música. Sólo hay sillas y mesas para los acompañantes del cortejo fúnebre. Se venden cajas de cerveza entre 90 y 95 bolivianos. Para atraer a los clientes, algunos hacen ofertas, se promocionan con grandes carteles en muros o regalan volantes a los dolientes en el mismo cementerio.
Uno de los locales más conocidos es el Pena Penita. Sin embargo, en un recorrido por la zona, se ve que tres de estos salones no tienen nombre. Se los puede identificar sólo por carteles que dicen: “Se atienden dolientes”. La Prensa visitó el primero, al lado de la empresa de transporte Manco Kápac, y consultó sobre los costos o alquiler del espacio. La encargada dijo que sólo se paga por el consumo de cerveza y que no se ofrecen otras bebidas.
“Tendría que volver mañana
—agregó— para averiguar si está libre porque se anotan. Hay mucha demanda. La caja de cerveza está a 90 bolivianos”.
El segundo local, sin nombre, está detrás del Cementerio. Se promociona con un gran cartel justo al frente de la salida del camposanto.
El encargado explicó que si las personas consumen más de 10 cajas de cerveza, cada una a 95 bolivianos, el local no cobra por el alquiler. Pero si el consumo es menor, entonces cobra 200 bolivianos por el uso de sus ambientes, con capacidad para 150 personas.
“Tendría que confirmar si tengo espacio para mañana —explicó el encargado—, casi siempre está ocupado”.
Otro “quitapenas” se encuentra detrás del mercado de flores, un poco más abajo de donde se venden helados de canela. Los vecinos informaron que el sitio a veces atiende por la mañana.
Los dolientes suelen quedarse en grupos de entre 20 y 50 personas, pero hay casos en que sobrepasan las 100, por lo que la capacidad suele ser importante.
Pero no toda la gente reserva un sitio, por lo que la demanda de estos servicios después del cortejo fúnebre es masiva, en especial por parte de grupos reducidos.
Este servicio no sólo es ofrecido por este tipo de locales, sino que existen los que se promocionan mediante volantes en las afueras del panteón cuando termina un entierro, como el local Pena Penita. La información del pequeño papel da cuenta de que se atiende a dolientes y que sólo se les cobra el consumo.
“Hay varios por este sector que ofrecer sus servicios con volantitos en la puerta”, señala el gerente general del Cementerio General, Víctor Hugo Criales.
Este medio también observó que algunos bares y pensiones del sector hacen de “quitapenas”, cuando lo requieren los familiares. El negocio está en la venta de bebidas alcohólicas.
15 entierros
El Cementerio General atiende alrededor de 15 entierros por día, cifra que a veces puede sobrepasar la veintena, informó a La Prensa el Gerente General del camposanto, Víctor Hugo Criales.
“Ésta es una cifra que por lo general se registra a diario. Hay algunos servicios que se dan por las mañanas, pero una gran mayoría entierra a sus seres queridos por la tarde”.
En torno a los entierros, se ofrecen varios servicios. Allí se encuentran albañiles, vendedoras de flores, aguateros, cantores, oradores (personas que rezan), fabricantes de lápidas, de esquelas y de miniaturas, además de locales “quitapenas”.
Para destacar
Cuando termina el entierro, es costumbre que familiares y amigos cercanos continúen el velorio sin el cuerpo.
Este acto, en la mayoría de los casos, es acompañado por el consumo de bebidas alcohólicas en el domicilio del fallecido.
Sin embargo, para quienes no previeron este aspecto, existen locales o pensiones conocidos como “quitapenas”.
En estos lugares se paga principalmente por el consumo de cerveza. El precio de la caja está entre 90 y 95 bolivianos.
El local es un ambiente como cualquier otro, sólo que allí normalmente no ponen ningún tipo de música, por el luto.
Al día se registran alrededor de 15 entierros, según datos de la administración del Cementerio General.
Fuente La Prensa
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