Bolívar fue humillado por San Lorenzo 5-0: Copa Libertadores 2014

Bolívar fue goleado anoche en Buenos Aires por el argentino San Lorenzo (5-0), y salvo un milagro el miércoles en La Paz, terminó el sueño celeste de ser finalista de la Copa Libertadores de América. Así como tuvo magníficos partidos que le llevaron hasta semifinales, ayer la Academia fue un desastre. Con decir que, más allá de los aciertos que tuvo su rival para convertir, los errores propios lo llevaron a caer por tremenda diferencia. En cada gol hubo un defecto defensivo de Bolívar.

Y en cada tiempo hubo una cuota aparte para completar esos 90 minutos tan mal jugados.

En la primera mitad fue la pelota parada la que derrumbó a Bolívar. Por esa vía San Lorenzo le hizo dos goles. La Academia se desplazó mal en esas jugadas, dio licencias, no salió a tiempo para generar el fuera de juego ni achicó para cerrar espacios. De paso, el golero Quiñónez se equivocó al menos en el segundo, y todo eso el rival lo supo aprovechar bien.

La primera conquista llegó muy temprano, a los 5’. Antes de eso no se había producido ningún peligro. Pero, de un tiro libre, Romagnoli puso la pelota en el corazón del área, donde Matos conectó solo, bien habilitado por Gutiérrez y no en off side como reclamaron los celestes.

A pesar del tanto en contra, Bolívar se esforzó en la marca, quizás fue mucho al roce y eso ocasionó que el árbitro pitara muchas faltas. Sin embargo, tuvo la virtud de pasar un largo rato sin sufrir acciones de peligro.

En lo que sí fue nulo fue en el ataque. Ninguna acción hacia adelante. Bolívar solo se defendió y no tuvo ni contragolpe ni nada. De pronto vino el otro balde de agua fría. Romagnoli tomó de nuevo a su cargo un tiro libre, mandó el esférico muy cerca del área chica, Quiñónez se quedó, y esta vez fue Mas quien cabeceó solo, porque los zagueros de Bolívar perseguían a otros.

En la segunda parte, a Bolívar lo “mató” la imprecisión. Trató de ir en procura del descuento, sin armas. Y San Lorenzo volvió a ser efectivo. A los 70’, Mercier cortó una jugada en su cancha, buscó apoyo y recibió una “devolución” de un zaguero de Bolívar, y definió bien para el 3-0.

Cuatro minutos después, desde el fondo los celestes volvieron a rechazar mal, le regalaron la pelota a Buffarini, y éste con un magnífico remate amplió la cuenta a cuatro. Por si fuera poco, otra pelota parada a los 87’ generó el quinto, obra de Mas, quien rubricó un resultado difícil de revertir, por no decir imposible.

La figura - Emmanuel Mas

Que un zaguero haga dos goles —más allá de las licencias que le dio el rival— no es común. Mas tuvo esa virtud.

El árbitro - Mal

José Buitrago fue localista, a Bolívar le condicionó cobrando faltas por todo y nada. Sacó una amarilla a Yecerotte que no la merecía.

Por líneas

Atrás

Bolívar tuvo un arquero inseguro y una zaga completamente distraída, fácil de superar sobre todo por arriba.

En el medio

Fue una pesada carga para Flores y Miranda, los únicos esforzados en la marca. Nunca generó fútbol hacia adelante (Arce y Callejón, perdidos).

Ataque

Fue nula la ofensiva. Azkargorta y compañía estarán pensando cuánta falta les hizo Ferreira. Anoche no pasó nada ni con Rodas ni con Tenorio.

Es la mayor goleada en lo que va de la Copa

Bolívar está casi fuera de la Libertadores y de la peor manera, porque anoche sufrió la mayor goleada que se ha dado hasta ahora en esta edición del torneo: 5-0. No hubo semejante diferencia en ninguno de los cotejos jugados hasta ahora, ni en la primera fase, ni en la segunda de grupos y menos en octavos y cuartos de final. Quién iba a pensar que algo así se daría en una semifinal.

En los grupos, Cruzeiro de Brasil —el equipo que fue eliminado por San Lorenzo— venció a Universidad de Chile 5-1. Ese marcador y algún 4-0 fueron los más escandalosos en esta Copa, hasta que se dio lo de anoche.

Así vapuleado, Bolívar dejó atrás una racha de nueve partidos sin perder. Había caído solo en su debut, un 2-1 ante el ecuatoriano Emelec en Guayaquil. Después se había hecho imbatible. Para dar vuelta la historia, el próximo miércoles Bolívar deberá ganar 6-0. O forzar a penales con un 5-0. Casi imposible.

Bolívar se aseguró la recaudación

Todo vendido

Una buena “movida” fue la que hizo Bolívar. Hasta ayer (antes de que ocurriera la goleada de su equipo en contra) vendió en La Paz todas las entradas para la revancha. La recaudación ya está en su cuenta. Y por supuesto no habrá devoluciones

¿Irán todos?

La pregunta desde ahora es si toda la gente que compró sus boletos para la revancha del próximo miércoles irá al estadio a sabiendas de que por ahí se topa con una muerte anunciada. Tal vez, por las dudas, acudirá esperanzada en una remontada de epopeya.

Salieron 29.000

BAISA SRL vendió 29.000 localidades de las 30.000 dispuestas, apartó 1.000 a pedido de la Embajada de Argentina. Las 1.230 que no habían sido canjeadas por aficionados que hicieron su reserva las vendió ayer. Se calcula para el lance de vuelta una recaudación de unos 650.000 dólares.

Óscar Dorado Vega: Una debacle que obliga a la epopeya

Una derrota por cinco a cero añade a la elocuencia de las cifras el inocultable reflejo de un rendimiento paupérrimo. Bolívar pagó demasiado caro sus errores. Que además fueron repetidos. Tres de los goles se generaron en el juego aéreo, lo que marca un déficit.

Sin embargo, las fallas no solo se produjeron de mitad de cancha hacia atrás. Hubo escasa creación, Torrico trabajó poco y nada. El único susto (65’) fue obra de un cabezazo de Eguino, que terminó cerca de uno de los verticales.

Aparte, el equipo jugó muy condicionado desde el principio. El juez colombiano José Buitrago amonestó en 20 minutos a tres jugadores del visitante y quedó claro que no midió con la misma vara. Típico arbitraje localista.

Y si a San Lorenzo le salió todo a pedir de boca (menos la tarjeta amarilla a Buffarini, imposibilitado de jugar la revancha), la Academia vivió la experiencia inversa, en medio de rendimientos individuales muy por debajo de los antecedentes.

Una de las causas para el desenlace futbolístico tuvo que ver con el mínimo control de la pelota. Tan pronto se la recuperó pasó a poder del adversario. A eso cabe agregar, como consecuencia, la profusión de infracciones en las cercanías del área propia. Y en la medida que el marcador creció en adversidad el desconcierto se apoderó del conjunto, sin que apareciera nada ni nadie que alejara esa expresión fantasmal, desprovista de dinámica, de ideas, de capacidad de recuperación.

¿Y ahora ? Porque esto es fútbol aún existe la remota opción de reversión.

Azkargorta y compañía deberán reunir toda la dignidad competitiva que la circunstancia exige. Desde luego que al mismo tiempo tendrán que subsanar el cúmulo de desaciertos que dieron lugar a esta catástrofe. Sin ignorar la necesidad de levantar la moral. Enfrente tendrán a un rival seguramente muy conservador, instalado en su zona, amparado en la tranquilidad que otorga la ventaja lograda en casa.

El cachetazo es extremadamente duro. Casi de nocaut. Para cambiar la trama hará falta una proeza. Y solo de Bolívar —que supo llegar a semifinal con suficientes méritos— dependerá consumarla. No queda otra.

La Razón

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