Venta de quimsa charanis en El Alto

Vendedores de artículos varios o cachivacheros -como ellos mismos se llaman- inundan de productos las aceras de la Ceja de El Alto. La comerciante Sonia Elías afirmó que en una sola asociación de gremiales de la zona existen más de mil afiliados y que sólo en el puente distribuidor hay 300 personas ofreciendo sus productos.

Estos puestos se caracterizan por su variedad. En uno solo de ellos se pueden encontrar artículos propios de una farmacia, como pasta dental y cepillos de dientes; objetos que usualmente se venden en una ferretería, como sogas y cinta aislante; y hasta cinturones para vestir.

Según el intendente municipal, mayor Yecid Guzmán, estos comerciantes suelen salir a hacer su venta desde las 04.00, o sea, antes que amanezca.

Explicó que tienen hasta las 08.00 para mantenerse en las aceras. Luego pueden volver a las 11.00 para seguir vendiendo hasta las 14.00, a esa hora deben retirarse de nuevo para regresar a su puesto a las 17:30 y quedarse hasta la noche.

Elías relató que los guardias municipales apuran tanto el retiro de los comerciantes que en una ocasión un minibús pasó por el encima del pie de un menor de edad que ayudaba a levantar las mercancías del sector.

Los ambulantes

Guzmán aseguró que en el distribuidor, o también llamado Oreja de Mono, existen más de 80 comerciantes fijos, mientras que los demás son ambulantes. “Ellos mismo saben que no se pueden quedar y tienen que circular”, apuntó.

La vendedora entrevistada por ERBOL indicó que a veces tiene “peleas” con los ambulantes que “se acostumbran” a ocupar un puesto inmóvil. En especial recordó a un “Kleenexero” (vendedor de pañuelos desechables”, quien suele “molestar a las chicas y ‘meter mano’”.

Historia

Elías contó que ella se ocupaba sólo fr estudiar hasta que se embarazó. “De allí me he dedicado a vender y a criar a mi hijito acá”. Su madre fue quien la afilió a Asociación de Comerciantes de la Ceja de El Alto.

Aseguró que lo más difícil son las peleas con los ambulantes y los guardias municipales. Acotó que cuando existen decomisos, es común que los funcionarios ediles no devuelvan por completo todos los productos incautados.

La mujer reveló que para emprender su negocio tuvo un capital de 10 mil bolivianos para tener mayor “surtido” de productos porque con esa variedad incrementa sus posibilidades de llevar más dinero a su casa.

A pesar de que debe pagar 150 bolivianos de patente e impuestos todos los días, la vendedora afirmó que “está bien, por su hijo”.

Erbol

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