Hoy por hoy es tan común realizarse un piercing en la lengua, la nariz, labio o la oreja, que no se asumen las consecuencias o complicaciones que esto puede generar.

Existen hasta tres tipos de piercings: oral, que se pone en la lengua o el labio; facial, ubicados en la cejas, oreja o nariz, corporales, los que se colocan en el ombligo, pezones y axilas.

Entre las enfermedades más comunes de transmisión a través del piercing están: hepatitis B y C, tétanos, infecciones bacterianas, hemorragia prolongada, cicatrices, alergias cutáneas a los materiales utilizados en forma de eccema, abscesos o quistes bajo la piel en el lugar del piercing, orificios permanentes, dientes erosionados o rotos, dificultad para la masticación, deterioro del habla, lesiones de venas o arterias, pérdida de sensibilidad en la zona del piercing.

Para evitar los efectos negativos de utilizar piercing se recomienda higiene y cuidados hasta que por lo menos el contorno del piercing cicatrice. "Todas las heridas requieren de cuidado, pero los que están expuestos permanentemente al sol deben ser los más cuidados que el resto", aseveró Rosa Ruiz, dermatóloga.