Ciegos conducen bicicletas en vía pública - Ecuador

¿Se imagina a una persona no vidente manejando una bicicleta en plena vía pública? Aunque usted no lo crea, esto es posible gracias al invento de Miguel Ramos, un hombre que ni se imaginó que con su idea podría crear una alternativa laboral y al mismo tiempo hacer realidad el sueño de gente con discapacidad visual.

Miguel es apasionado por las bicicletas. Disfruta pasear con su familia, mantener una charla agradable mientras pedalea. Es cierto que existen las bicicletas en las que se pueden transportar dos personas (una delante de la otra), pero esto no le convencía del todo porque no podía conversar cómodamente.

Se le ocurrió adaptar dos bicicletas de acuerdo a lo que deseaba, así que las puso de forma paralela (una junto a la otra), unida a través de tubos bien soldados. Lo probó con la familia y amigos, recibiendo elogios por la originalidad del invento.

Pasó el tiempo, se pasó a vivir a un conjunto habitacional en Carapungo, llevando su creación entre el equipaje, allí conoció a José Benavidez, quien sufre de deficiencia visual. Se hicieron amigos muy cercanos.

Entonces decidió compartir su amor por el pedaleo con su vecino. Lo invitó a probar la “bici”. Cuenta que la idea de subirse al vehículo le causó un tanto de escepticismo. Era lógico. ¿Cómo un ciego podría montar bicicleta sin accidentarse?
Se arriesgaron. Miguel sirvió de guía, el que lleva el control del aparato. A su lado, José pedaleaba como si fuera su primera vez, con las ganas de explorar el mundo, a pesar de su problema.

Y el resultado fue todo un éxito. José sintió el viento golpear su rostro. La sensación fue de libertad.

La reacción del vecino hizo pensar a Miguel en la posibilidad de fabricar el producto en masa para venderlo a personas con discapacidad visual. El negocio estaba hecho. Luego vio que la iniciativa podía tomar un rumbo diferente.

Es así que junto a su compañero transformaron la idea en un proyecto microempresarial de publicidad rodante en el que participen personas no videntes. El servicio consiste en recorrer por la ciudad mostrando vallas con anuncios que son movilizados mediante la bicicleta adaptada.

Al momento se han podido fabricar tres aparatos, pero tienen al menos a cincuenta personas con discapacidad interesadas en unirse a la microempresa. Lo peculiar del medio de transporte hizo que su inventor lo denomine Ciegocleta, el proyecto se llama Ojos para 2.

Segundo Quezada es parte del equipo. Perdió la visión a los trece años y desde ese entonces nunca había montado bicicleta, por eso cuando le contaron de la novedosa creación no dudó en probarla. “Es indescriptible lo que se siente. Pensé que jamás volvería a pedalear”.

Antes de lanzarse al mercado, el equipo ha participado en el Ciclopaseo. Han viajado hasta la ciudad de Tulcán con un grupo de ciclistas profesionales. Más allá de los sueños empresariales anhelan que más gente con limitaciones ópticas pueda formar parte de la experiencia de montar la Ciegocleta.

Extra de Ecuador



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