Fotoperiodismo, pasión reflejada en imágenes

Cinco fotoperiodistas, reconocidos a nivel nacional e internacional, cuentan su experiencia en la transferencia del uso de la fotografía analógica a la digital.

En cada disparo, un latido. En cada imagen, una historia. El fotoperiodismo -por alguna razón indescriptible- fue y es por excelencia un oficio intenso, impredecible y, sobre todo, apasionante.

Quienes hicieron de la fotografía su estilo de vida lo saben bien. Como dice el destacado fotógrafo James Nachtwey: “He sido un testigo y estas fotos son mi testimonio. Los acontecimientos que he captado no se deben olvidar y no deben ser repetidos”.

Es que las fotografías viajan en el tiempo, como un legado imborrable y evocan hechos históricos a partir de miradas diferentes. He ahí su riqueza e importancia.

El paso a lo digital

Hace unos 20 años, las cámaras digitales ingresaron de forma sutil, pero inaccesible por los costos. Para entonces, las películas todavía eran usadas y preferidas por una mayoría.

Y aunque la esencia fotográfica siempre fue la misma, el cambio de la cámara analógica a la digital provocó vivencias disímiles en cada fotógrafo.

El argentino Fernando Miranda confiesa que tras este hecho dejó de fotografiar casi dos años. “No me gustaba, lo veía con mala calidad y hasta ahora no he visto ni una cámara que tenga la calidad de lo analógico”, afirma.

Otros lo asimilaron mejor. El fotógrafo Enzo de Luca manifiesta que “el cambio ha sido bueno, porque en fotoperiodismo hay que ser rápido y eso no te permitía lo analógico”.

Coincide Tony Suárez, quien considera que es más cómodo sacar fotos con cámaras digitales, porque es más rápido y no limita la cantidad de disparos.

Luz roja, cuarto oscuro

El común denominador entre los fotógrafos de esa época es haber tenido una experiencia irrepetible en el “cuarto oscuro”.

“Existía ese romanticismo del cuarto oscuro con la luz roja; entrar y poner un papel donde luego aparecía una imagen... simplemente era magia”, expresa el fotógrafo Patricio Crooker.

El revelado de las fotografías analógicas era otra historia. Victor Hugo Ordóñez explica que era necesario que un fotógrafo también sepa trabajar en los laboratorios, “porque una parte era sacar fotos y la otra era la edición en el estudio”.

En el campo de batalla

“Me acuerdo que cuando viajaba al exterior llevaba litros de químicos, bandejas, termostato, además de siete kilos en equipo fotográfico y una pequeña computadora”, rememora De Luca.

Miranda, en cambio, recuerda que llevaba la mayor cantidad de rollos. “Buscabas un lugar frío en el hotel para poner las películas y para el revelado el baño siempre venía bien”, afirma.

En el caso de Suárez, la mayor preocupación era mandar el material fotográfico a los medios internacionales, aunque no haya sido revelado y escaneado.

El fotoperiodismo hoy

“La fotografía analógica te hacía pensar más, ser más creativo, tener más cuidado, analizar más una imagen y saber qué sacar. La gente se olvidó de fotografiar”, reprocha Miranda.

Por su parte, Ordóñez considera que una de las deficiencias de los nuevos fotoperiodistas es la escasa formación que tienen.

Mientras que Crooker reclama que “los fotógrafos en los medios escritos no tienen la importancia que merecen”.

Con ventajas y limitaciones, con progresos y desafíos, el fotoperiodismo mueve sociedades, logrando un acercamiento entre el hecho y el receptor.

Pues como afirma Nachtwey, “las cosas hay que recordarlas, se deben reflexionar sobre ellas, porque es la única manera con la que podemos aprender, la única forma de progresar”.

Fuente Página Siete

1 comentario:

Linda Johson dijo...
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